La casa de empeño: un servicio para el bien de la comunidad

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Todos en algún momento de nuestra vida nos hemos enfrentado a un imprevisto financiero, y en estas ocasiones es complicado pedir un préstamo a una institución o bancaria, familia o amigos. La figura de la casa de empeño se ha mantenido durante siglos para mitigar estas necesidades.

El concepto del empeño, toda una historia

Desde el inicio del comercio, actividad de las sociedades humanas, el trueque fue la base de las transacciones de nuestra civilización. Cualquier tipo de moneda que podamos imaginar, desde las semillas de cacao en Mesoamérica, las monedas de cobre u otros metales preciosos de las culturas europeas y de medio oriente, los caracoles (cauries) en África, las placas con pesos de Oriente, las piedras preciosas de la India, etc., son portadores de un valor establecido en prenda para obtener un bien o servicio. De dicha forma cuando ponemos “en prenda” este bien, obtenemos una cantidad monetaria por la tasación o importe de nuestro bien.

Para entender el origen de la casa de empeño como la conocemos, debemos remontarnos a los orígenes de la historia financiera de Occidente. Debemos remontarnos a la Edad Media, específicamente al año 1119, fundación de la orden religiosa militar de los Caballeros Templarios de Jerusalén. Esta orden pretendía proteger a los peregrinos que acudían a la ciudad santa de Jerusalén, y los lugares religiosos en Medio Oriente, donde Cristo había dejado su huella. Los templarios fueron liderados por el primer gran maestre de la orden, Hugo de Payns y otros ocho caballeros de origen francés, los cuales investían el título de Pobres Caballeros de la Ciudad Santa de Jerusalén y Cristo. Su nombre después cambió a Caballeros del Temple, cuando el rey Balduino II de Jerusalén, les permitió instalarse en una parte de las ruinas del Templo del Rey Salomón, donde se rumora que en las catacumbas encontraron el Santo Grial.

La extensa red de vigilancia y comunicación que ejercían los templarios de Europa a Medio Oriente, hizo surgir una idea a las necesidades de transportar recursos materiales y financieros. Por la reputación y honor de estos caballeros, se desarrolló lo que hoy conocemos como sistema bancario; ellos prestaban en todas las partes donde se encontraban sus asentamientos dinero en efectivo, y a su vez se seguía un control, donde se recaudaba el dinero o los bienes equivalentes a este préstamo “en prenda”.

Después de la extinción de la Orden de los Templarios, el sistema de préstamos seria impuesto a los judíos, ya que la religión católica marcaba que un cristiano no podía realizar préstamos con un interés de más del 10%, siendo considerada la cifra del diezmo para la Iglesia. Cobrar un porcentaje mayor de esta cifra era considerado como usura, y por ende era un pecado; de esta forma, al ser los judíos no cristianos, tenían permitido ejercer esta actividad, de lo que reyes y papas usaban estos préstamos para sus requerimientos particulares.

La creación de la banca moderna en el Renacimiento italiano

Los responsables de crear el estado financiero que hoy conocemos, fueron la afamada familia de los Medici, mecenas de grandes artistas como Leonardo D Vinci y Miguel Ángel, de entre muchos artistas. La historia de su dinastía es controversial y motivo de estudio hasta nuestros días. El Banco de los Medici fue fundado en 1387 y terminó por el exilio a Florencia de la familia en 1494. Su mayor aportación al sistema histórico fue una estructura descentralizada, cada filial tenia autonomía, logrando que las pérdidas no perjudicaran a la escala global. Tuvieron sucursales en las ciudades italianas de Roma, Milán, Venecia y Florencia; en otros asentamientos en otros países como Brujas, Bélgica, Ginebra Suiza, Lyon Francia etc. Este sistema fue inspirado por el legendario Mayer Amschel Rothschild para en el siglo XIX crear su banco internacional.

Del préstamo “en prenda”

Inspirado en los tiempos de la Edad Media y el Renacimiento, reflejada de la práctica de los caballeros, se llamó caja de la piedad o de limosnas. Las sociedades de préstamos mutuos desarrollaban un ahorro común, para que fuera usado por cualquiera de sus miembros en momentos de adversidad. Se utilizaba el término “piedad” por el acto religioso “piadoso” de las comunidades monarcales, y hospitalarias, en honor a los caballeros Hospitalarios de Jerusalén, cual único fin era socorrer y sustentar a los peregrinos.

De este término se acuña el nombre casa de empeño, al tomarse posteriormente bienes materiales para realizar préstamos de estas cajas de ahorro, diseminadas como una práctica común por toda Europa.

En 1515 se realiza por la Iglesia Católica el Concilio de Letrán para establecer las reglas de hasta dónde podían cobrar intereses las entidades bancarias, y tuvo que pasar hasta el Concilio de Trento, el cual duro 18 años para que se le otorgaran el permiso a la institución personal de casa de empeño para que sus actividades fueran admitidas. Se le llamo crédito o préstamo prendario al quedar un bien de valor en garantía, para si hubiera un incumplimiento, venderlo, subastarlo o permutarlo para recuperar el capital prestado.

Su conversión en el mundo contemporáneo

De las necesidades de los siglos XVI, XVII y XVIII, en donde las joyas o materiales muy exclusivos eran normalmente valuados en las casas de empeño, la transformación de la Revolución Industrial dio lugar a valuar las nuevas tecnologías como bienes de gran valor. La modernidad de los sistemas financieros no hizo mella en la práctica del empeño, y podríamos decir que todo lo contrario, con el tiempo se comenzó a ofrecer una mejor oferta en los intereses generados, así como otros productos crediticios como las llamadas tarjetas de crédito.

En el caso de la República Mexicana, se abrió el mercado de estas casas, ya que estaban casi monopolizadas hasta el año de 1921, al crearse nuevas leyes e instrumentos para la vida moderna de la nación, después de la Revolución Mexicana, la Secretaria de Gobernación vigiló el inicio de los reglamentos y leyes que regulan todas las casas de empeño en el país. La Procuraduría del Consumidor hoy en día regula los servicios de interés con garantía prendaria, dando seguridad jurídica a sus operaciones reguladas por la Norma Oficial Mexicana, con el número 179-SCFI-2007. Tanto en el ramo de asistencia privada, como empresa mercantil, la casa de empeño forma un papel importantísimo en las capacidades de crédito de las familias mexicanas.

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